Ayer era el segundo día que iba a acudir a ExpoManagement en Madrid. Cuando me levanté por la mañana, me fui a la cocina para beber un vaso de agua en el que la noche anterior había dejado en remojo semillas de lino y goji molidas (rito matutino retomado que aprendí de Lupita Volio hará nueve meses y que había apartado de mi vida hasta hace cinco días). Ayer era también el cuarto día de la dieta purificadora que Inés Valeta me había recomendado hacía algunas semanas.
Encendí el ordenador para colgar mi mensaje matutino en el muro de Facebook. Luego pensé en qué ropa ponerme para la ocasión. Decidí vestirme con una camisa muy colorida que, a priori, desentonaba con el tono de un acontecimiento como ExpoManagement en el que abundan traje y corbata masculinos. Me acordé entonces del propósito de año nuevo de José Pedro García: ¡Bah, y qué! Y, así, colorido, salí de casa hacia el destino en que me aguardaba un encuentro inesperado.
Cuando llegué a IFEMA, me reuní con mi amigo del alma y colaborador Jesús Iglesias y, juntos, acudimos a la primera de las ponencias que teníamos programadas: Meta4, valores y personas. Al poco de entrar en la sala, mis ojos apuntaron al otro extremo del lugar en que me situaba y vi que en una de las filas traseras, muy discretos y quizás con la intención de pasar inadvertidos, se sentaban Leila Navarro y José María Gasalla. Le dije a mi amigo: “Ven para acá”. Y salí disparado hacia el lugar donde se encontraban los dos artesanos de la confianza.
A José María Gasalla lo había visto en persona un par de semanas antes en la presentación de Cómplices, el último libro de Miriam Subirana, aunque en aquella ocasión fui yo quien pasó inadvertido, anónimamente, porque no tuve oportunidad de hablar con él. A Leila la había seguido por Facebook, Youtube y, en general, por Internet, pero nunca la había tenido delante de mis mismísimas narices.
Raudo recorrí la sala de un extremo a otro. Cuando llegué a mi objetivo, impacté y me presenté a José María rememorándole el episodio de Cómplices en el que yo pasé anónimamente inadvertido. Luego, hice lo propio con Leila diciéndole que era mi amiga virtual en Facebook y que la había seguido por Internet. Entablamos una conversación muy amena y divertida e intercambiamos tarjetas de visita (por cierto, la de Leila y José María es una tarjeta muy, pero que muy original, una tarjeta multiusos). Leila, con una sonrisa y fuerza vital impresionantes, enseguida me dijo con su característico acento brasileño: «Con esa camisa tan colorida pareces brasileiro, me encanta la gente que no tiene sentido del ridículo». Fue entonces cuando José María me sorprendió con una pregunta: “Oye, Michael, ¿por qué no nos presentas tú?” Dicho y hecho: una hora más tarde, tuve el honor de presentar el RoadShow de estos dos artistas y artesanos de la confianza.
A quien no haya visto esta conferencia espectáculo, se la recomiendo así como también recomiendo su libro Confianza: la clave del éxito personal y empresarial. No voy a desvelar ni las entrañas de su amena conferencia ni las de su libro. Solamente voy a destacar tres ideas que me llevé ayer de ese fantástico encuentro:
1. para tener confianza primero hay que tener autoconfianza,
2. no hay cambio si yo no cambio y
3. acertar es humano.
Y de esas tres ideas, mi favorita es la de “acertar es humano”. Solemos decir aquello de “errar es humano”. Y eso nos sirve para quitar hierro al yerro, para humanizarlo. No obstante, ¿quién da aserto al acierto? Pues bien, acertar es también humano, muy humano. ¿Por qué centrarnos en lo negativo, aunque de ello se también se aprende, cuando podemos centrarnos en lo positivo?
Después del RoadShow “navarrogasallense”, me quedé con el regusto de haber acertado, de que todas las horas que había dedicado a las redes sociales en los últimos meses dieron su fruto en ExpoManagement. Allí he “desvirtualizado”, “desdigitalizado” a algunas de las personas a quienes aún no conocía en persona. Somos de carne y hueso. Somos humanos. ¡Gracias, Leila y José María!
Y tú, ¿has acertado? Compártelo y deja tu comentario: seguro que aciertas, porque eres humano.
(P.S.: gracias a Carla Franco, quien me incitó con uno de sus correos a acudir a ExpoManagement)
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