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Adolfo, ¡que Dios te otorgue la recompensa que depara siempre a los hombres buenos, entregados, coherentes y leales!

Adolfo, ¡que Dios te otorgue la recompensa que depara siempre a los hombres buenos, entregados, coherentes y leales!

Adolfo Suárez (1932-2014), presidente del Gobierno de España entre 1976 y 1971.
Adolfo Suárez (1932-2014), presidente del Gobierno de España entre 1976 y 1971.

Estaba yo viviendo en Gante cuando, paseando por la calle, me llamó la atención el titular de un periódico que decía que Manuel Guitiérrez Mellado había fallecido. Eso fue el 16 de noviembre de 1995, es decir, hace unos 19 años. En aquella época no existía Internet, así que me puse a buscar prensa española en algún kiosco y encontré un artículo de Adolfo Suárez en el que hablaba de quien había sido capitán general, ministro de defensa y vicepresidente del primer Gobierno democrático de España. Recuerdo que fue la primera vez en muchos meses que compraba un periódico, porque durante mi estancia en Flandes decidí hacer el experimento de no prestar atención a ningún medio de comunicación durante seis meses —experimento que, por cierto, recomiendo a todo el mundo. Aquella fue la única excepción. Quizás sea por esa razón que en mi memoria se quedaron grabadas las últimas palabras que don Adolfo Suárez dedicó en aquel artículo al que fue su leal colaborador durante la Transición:

«Amigo Manolo, ¡que Dios te otorgue la recompensa que depara siempre a los hombres buenos, entregados, coherentes y leales!»

Hoy, muchos años después, el hijo de Adolfo Suárez anuncia emocionado que a su padre le quedan unas 48 horas de vida.

Para mí Adolfo Suárez ha sido y es «EL» presidente. Me considero una persona de mundo, cosmopolita, y siempre me ha apasionado conocer otros países, continentes y culturas. Seguramente he viajado por el mundo con cierto desapego por el país que me vio nacer, España. No obstante, Adolfo Suárez es una de las personas que me hacen sentir orgulloso de haber nacido y crecido en España. Su fallecimiento me apena, pero no con tristeza, sino con emoción y respeto. Considero que Adolfo Suárez, más que nadie, es merecedor de las palabras que él mismo dedicó a su amigo Manuel Gutiérrez Mellado hace casi 19 años. Ambos han sido para mí dos referentes a quienes recuerdo con cariño a pesar de mi corta edad cuando ejercían sus funciones. Desde aquí, quiero honrar a don Adolfo, le deseo un descanso en paz y le agradezco con admiración todo lo que hizo por España.

Amigo Adolfo, ¡que Dios te otorgue la recompensa que depara siempre a los hombres buenos, entregados, coherentes y leales!

Michael Thallium
Global Greatness Coach
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