He aquí algunas de las cosas de las que las personas se arrepienten en su lecho de muerte:
- Ojalá no hubiera trabajado tanto.
- Ojalá hubiera mantenido el contacto con mis amigos.
- Ojalá me hubiera permitido ser más feliz.
- Ojalá hubiera tenido la valentía de expresar mi verdadero yo.
- Ojalá hubiera vivido una vida fiel a mis sueños en lugar de a las expectativas que otros tenían de mí.
¿Cuántos de estos arrepentimientos postreros son ya parte de tu vida?
Todos tenemos nuestra pequeña o gran «vida fantasma»: amores no correspondidos, premios nunca ganados, empleos que solicitamos, pero que no nos dieron, promesas incumplidas… Bueno, ¿y qué? Si uno pierde el tren, espera al próximo y se sube a él; si no hay más trenes, se busca un autobús, un coche, una bicicleta… los pies para caminar. Uno puede pasarse la vida lamentando todas esas decepciones cotidianas o, por el contrario, celebrar humildemente, sin prisas ni presunción, todos esos pequeños placeres de la vida de los que, en el fondo, uno decide disfrutar.
Michael Thallium
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Here you are some of the things people regret on their deathbed:
- I wish I hadn’t worked that much.
- I wish I had kept in touch with my friends.
- I wish I had allowed myself to be happier.
- I wish I had had the courage to express my true self.
- I wish I had lived a life faithful to my dreams instead of to the expectations others had about me.
How many of these regrets are already part of your life?
We all have our little or big kind of «phantom life»: unrequited loves, prizes you’ve never been awarded, jobs you weren’t offered, broken promises… So, what? If you miss the boat, wait for the next one and get on it; if there are no more boats, look for a bus, a car, a bike… you still have your feet to walk. You can spend your life regretting all those everyday disappointments or, on the contrary, celebrating, modestly, leisurely and without conceit, all those little life pleasures that, in the end, you can decide to enjoy.
Michael Thallium
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