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Escuchar y redescubrir lo que te rodea – Kalevi Aho

Escuchar y redescubrir lo que te rodea – Kalevi Aho

Hace como cuatro años que empecé un experimento sobre escucha empática que me ha llevado por caminos insospechados. Mi intención era ver el efecto que la música podría tener en el cerebro y comprobar si escuchando música se puede mejorar también la escucha empática a las personas. Tengo que confesar que a falta de cobayas, el único sujeto de mi experimento ha sido mi menda lerenda, es decir, que yo mismo he hecho de cobaya, lo cual hace que el resultado sea aún más subjetivo y que, por ende, quizás carezca del rigor científico que caracteriza a un experimento de laboratorio en el que participan muchos sujetos. No obstante, como a falta de pan buenas son tortas, preferí arriesgarme y pegarme un tortazo antes que quedarme viéndolas venir.

En un principio el experimento se limitaba a escuchar durante un periodo de nueve meses los dos libros de El clave bien temperado de Johann Sebastian Bach y las 32 sonatas para piano y las nueve sinfonías de Ludwig van Beethoven. Era algo relativamente sencillo a priori: un mes dedicado a cada una de las sinfonías, una media de una sonata por semana y unos dos preludios y fugas por semana. El asunto es que cuando uno quiere comprender las cosas, empieza a atar cabos y una cosa termina llevándote a otra. Tanto es así que el experimento de marras me llevó a aumentar mi discoteca considerablemente y a escuchar música que jamás pensé que escucharía. Música desde el siglo IX hasta el siglo XXI. Durante estos cuatros años habré pasado unas 3.000 horas escuchando música de forma deliberada. Y cuanto más escucho, más me queda por escuchar. Así que me conformo con disfrutar de lo que escucho y obviar todo aquello que jamás podré escuchar, porque la vida es limitada.

En las dos últimas semanas me dio por escuchar la música de un compositor del que había oído hablar en varias ocasiones pero cuyas obras jamás antes había escuchado. Me refiero al danés Carl Nielsen. Así que decidí comprarme — sí, yo soy de los que aún compran música — una edición del sello DACAPO con las seis sinfonías de Nielsen y los conciertos para clarinete, flauta y violín interpretados por la Filarmónica de Nueva York dirigida por Alan Gilbert con los solistas Nikolaj Znaider (violín), Robert Langevin (flauta) y Anthony McGill (clarinete). Escuché dos veces cada una de las seis sinfonías y una vez cada concierto. Para mí se abrió un mundo relativamente nuevo de sonoridades sinfónicas. Sin embargo, aunque reconozco la calidad de estas obras y la excelente interpretación de los músicos, por alguna razón que ignoro, no he llegado a conectar con la música de Carl Nielsen, aun reconociendo que es uno de los grandes sinfonistas en la historia de la música. Fue eso lo que me llevó a indagar en busca de nuevos terrenos sonoros. Y hete aquí que apareció un nombre para mí hasta hace un par de días totalmente desconocido: Kalevi Aho.

alevi Aho, (2008). Painting by Tuomas Vesala.
Kalevi Aho. Pintura de Tuomas Vesala.

Kalevi Aho es un prolífico compositor finlandés nacido en 1949 y que hasta el momento ha escrito 16 sinfonías, de las cuales he escuchado todas una vez en orden cronológico, y tengo que decir que he descubierto un lenguaje nuevo con el que sí que he conectado desde el primer momento. ¿Qué es lo que nos hará conectar con las cosas incluso aunque no lleguemos a entenderlas del todo? Ninguna de las sinfonías que he escuchado me ha dejado de sorprender. Por ello, me atrevo a afirmar que su música perdurará en el tiempo. Para quien esté interesado, el sello BIS publica la música de Aho. Las tres únicas sinfonías que hasta la fecha en que escribo este artículo no están grabadas en este sello son la 5 (recomiendo esta grabación del sello Finlandia Records: Meet the Composer), la 6 (esta sinfonía solo se puede escuchar en Youtube y con muy mala calidad) y la 16 (se puede ver y escuchar con muy buena calidad en Youtube).

El descubrimiento de Kalevi Aho me ha servido para ratificar que siempre hay algo nuevo por descubrir y con lo que conectar, y que ese algo nuevo te hace ver lo que ya conoces desde otra perspectiva, en definitiva te hace redescubrir lo conocido con el entusiasmo de un niño que ve, oye o siente algo por primera vez. En mi caso, la música es mi vehículo de desarrollo personal. Otras personas conectarán con la pintura, el deporte, el baile…

Ignoro si mi capacidad para escuchar empáticamente a los demás habrá aumentado en estos cuatro últimos años, pero desde luego sí que ha aumentado mi capacidad para adentrarme en nuevos mundos sonoros y abrirme a lo desconocido. ¡Quién sabe! A lo mejor algún día a alguien le da por analizar mi cerebro y descubre que verdaderamente todas esas horas de escucha tuvieron su efecto en la estructura de mi cerebro y en el modo en que mis neuronas se conectan entre sí. Vivir quizás es redescubrir la realidad una y otra vez, establecer una sinapsis continua y cambiante con todo aquello que nos rodea.

Michael Thallium

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Some four years ago, I started with an experiment on empathic listening that has led me to walk down unexpected paths. My intention was to see the effect music could have on the brain and check if you can enhance your empathic listening to people by listening to music. I must confess that failing at getting some “guinea pigs”, the only subject of my experiment was muggins here. In other words, I myself played the guinea pig, and this may make the result even more subjective and, therefore, lacking the scientific rigor that characterizes a lab experiment in which a lot of subjects take part. Notwithstanding, since half a loaf is better than none, I preferred to take the risk and get a knock rather than loafing about.

At first, my experiment was limited to listening, over a period of nine months, to the two books of “The Well Tempered Clavier” by Johann Sebastian Bach and the 32 piano sonatas and nine symphonies by Ludwig van Beethoven. It was something relatively easy in principle: a month dedicated to each symphony, a piano sonata per week and some two preludes and fugues per week. The point is that when you want to fathom things, you start connecting the dots and then one thing leads you to a different one. So much so, that the experiment in question led me to dramatically expand my music collection and to listen to music I had never thought I would end up listening to. Music from the 8th to the 21st centuries. Over these four year period, I must have spent around 3,000 hours listening to music deliberately. And the more music I listen to, the more it remains to be listened. So, I am just content to enjoy what I listen to and forget about everything I will never be able to listen because my lifespan is limited.

In the last two weeks I took to listening to music by a composer I had heard of a couple of times in the past. But I had never listened to any of his works. I am talking about the danish composer Carl Nielsen (1865-1931). So, I decided to buy — yes, I am one of those people who still buy music — the complete DACAPO edition of Nielsen’s symphonies and the clarinet, flute and violin concertos performed by the New York Philharmonic conducted by Alan Gilbert with soloists Nikolaj Znaider (violin), Robert Langevin (flute) and Anthony McGill (clarinet). I listen to each of the six symphonies twice and to each concerto once. It opened a relatively new world of symphonic sonorities. Although I recognise the quality of these works and the excellent performance of the musicians, however, for some reason, I just didn’t quite connect with Carl Nielsen’s music, despite he is one of the greatest symphonists in music history. That made me try and find out about new sound fields I could explore. Lo and behold, a new name appeared, a name completely unknown for me until a few days ago: Kalevi Aho.

alevi Aho, (2008). Painting by Tuomas Vesala.
Kalevi Aho. Painting by Tuomas Vesala.

Kalevi Aho is a very prolific Finnish composer born in 1949. He has written 16 symphonies to date and, over a three day marathon season, I have chronologically listened to each symphony once. I must say that I have discovered a new language with which I have connected from the very beginning. What is it that really makes us connect with things even though we do not fully understand them? None of Aho’s symphonies has ceased to amazed me. That is why I dare to say his music will endure in time. For anyone who is interested, the music label BIS publishes Aho’s music. The only three symphonies which are not recorded for BIS at the time I am writing these lines are No. 5 (I recommend the recording on Finlandia Records: Meet the Composer), No. 6 (you can find a poor quality audio version of this symphony on Youtube though) and No. 16 (on Youtube and with really good quality!).

My discovery of Kalevi Aho has helped me confirm that there is always something new to be discovered and to connect with. This new “something” makes you see what you already know from a different perspective. In other words, it makes you rediscover the known with the enthusiasm of a child who sees, hears and feels something for the first time. In my case, music is the vehicle for personal development. Some other people may connect with painting, sports, dancing…

I do not know if my ability to empathically listen to others has increased over these last four years. But no wonder my ability to venture new sound worlds and to open myself to the unkown has certainly increased. Who knows! Maybe someday there is even someone who analyses my brain and discovers that, indeed, all those hours of listening had their effect on my brain structure and on the way my neurons connect with each other. In the end, living may be rediscovering our reality over and over again, it may be establishing a continuous and changing synapsis with everything around us.

Michael Thallium

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