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La mediación emocional

La mediación emocional

00 MT parque 1Soy un psicópata. Tú también lo eres. Y tu vecino, esa persona con la que te cruzas alguna vez, también. Parece ser que entre el 1 y el 2 % de la población mundial es psicópata. Sí, ya sé: tú no estás entre ese 2% de la población. Tú perteneces al 98% restante. ¡Toma y yo! Pero no te engañes, eres un psicópata. Al menos desde el punto de vista de la inteligencia emocional, todos nos comportamos como psicópatas en algún momento de nuestra vida. Psicópata: que no tiene empatía, sin conciencia. Robert Hare lo explica muy bien en su libro Sin conciencia: el inquietante mundo de los psicópatas que nos rodean. Eso no implica que todos los psicópatas sean asesinos ni criminales.

Hace poco, asistí a un curso sobre inteligencia emocional que impartía Carmen Cayuela (Coach PCC por la ICF, economista y especialista en inteligencia emocional y superdotación) y ella lo explicaba muy bien. Desde el punto de vista de la inteligencia emocional, todos somos psicópatas, pues en algún momento mostramos falta de empatía. La empatía se tiene o no se tiene. Y si no la tienes, no la podrás desarrollar: eres un piscópata clínico. Obviamente, hay grados de psicopatía. Según la escala PCL-R (Psychopathy Cheklist Revised), un psicópata clínico obtendría un mínimo de 30 sobre 40 puntos. La mayoría de nosotros obtendríamos entre 0 y 1 puntos. ¡Ufff, estamos entre el 98% de esa población mundial que solo es psicópata e hipócrita de forma transitoria!

Para quien aún no lo tenga claro, ser emocionalmente inteligente  no significa otra cosa que saber gestionar las emociones. Del mismo modo, una persona con un alto cociente intelectual sabe gestionar mejor la información que otra persona con menor cociente intelectual. No podemos controlar las emociones, pero sí que podemos manejarlas, gestionarlas. Para ello nos servimos de la razón, de la inteligencia mental o racional. El cerebro humano, según las últimas investigaciones en el campo de la neurociencia, se divide en tres cerebros: cerebro reptiliano (el más primitivo), cerebro emocional y cerebro racional. Cuando nuestros sentidos perciben algo, la información llega primero al cerebro reptiliano, luego al emocional y, por último, al racional. ¿Qué quiere decir esto? Muy sencillo: antes que racionales, por una diferencia de nanosegundos, somos emocionales. Curiosamente, la única forma de gestionar las emociones es mediante la razón. Eso es lo que nos hace emocionalmente inteligentes…y, en última instancia, socialmente inteligentes.

Hace unos meses, escribí en La armonía, Schönberg y el coaching que una buena adaptación al castellano de la palabra coach sería “mediador personal”. La mediación emocional sería el proceso de coaching. En realidad, un coach es eso: un mediador que se sirve de la pregunta para mediar entre el cliente, sus emociones y el objetivo al que quiere llegar. Sin embargo, hablar de emociones aún está mal visto en el mundo de la empresa y, seguramente, aún queden muchos años para que las empresas tomen conciencia de que hasta que las personas no resolvamos los asuntos que conciernen a nuestro cerebro emocional, no habrá verdadero rendimiento. Teniendo en cuenta que la toma de conciencia y la responsabilidad (habilidad para dar una respuesta) en la mediación emocional son esenciales, me pregunto: ¿cuál será el porcentaje de empresas sin conciencia, sin empatía, es decir, clínicamente psicópatas?

Michael Thallium
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