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Las pasiones de Brockes

Las pasiones de Brockes

Barthold Heinrich Brockes
Barthold Heinrich Brockes

«El necio vive pobremente para morir como un rico.» – B.H. Brockes

Cuando llegué a Hamburgo por primera vez, creo recordar que allá por el año 1991, tuve la sensación de que pertenecía a esa ciudad hanseática, era como si ya hubiese estado allí alguna vez. Para mí fue también la primera vez que salía de España si no cuento, claro está, las visitas al sur de Portugal que había hecho de pequeño con mis padres – no sé por qué, me parece que los españoles, al menos yo, consideramos que ir a Portugal no es ir al extranjero. Obviamente, por aquel entonces ignoraba que esa familiaridad que suscitó en mí la ciudad del lago Alster tuviera algún vínculo, si es que lo tiene, con las escuchas musicales que muchos años más tarde me han devuelto al origen de mi primera aventura en el extranjero. Es como si aquellos interminables paseos que di por la ciudad  recorriendo hermosos cementerios, adentrándome por callejuelas que muchos alemanes ni siquiera transitarían, contemplando las aguas del inmenso Elba, entrando a las iglesias para escuchar la música de los órganos hubieran sido el preludio a todos esos paseos musicales que he dado a lo largo de los años escuchando grabaciones de la música de compositores que, por alguna razón, han estado vinculados a la ciudad de la “hamburguesa que no existe”, porque allí llaman Frikadelle a lo que nosotros llamamos ‘hamburguesa’ (fueron los inmigrantes alemanes que llegaron a los EE.UU. a finales del siglo XIX quienes introdujeron un plato que los estadounidenses llamaron “filete al estilo de Hamburgo”, y de ahí a la ‘hamburguesa” hay solo un pequeño paso). Así que si uno quiere probar la auténtica “hamburguesa” en Hamburgo o bien conquista a una mujer allí nacida o bien pide una Frikadelle en algún puesto callejero o restaurante. De las dos opciones, yo solo probé la segunda, aunque ya me hubiera gustado a mí “saborear”, sin duda, la primera. En fin, a falta de ‘hamburguesa’ buenas son ‘fricadeles’

Fue precisamente en Hamburgo donde Barthold Heinrich Brockes (1680-1747) nació, cinco años antes de que Johann Sebastian Bach naciera en Eisenach, y murió tres años antes de que Bach falleciera ciego en Leipzig. Brockes fue un escritor, poeta y político de los inicios de la Ilustración alemana. De joven viajó por Italia, Francia y Países Bajos. Fue miembro del senado y cónsul de Hamburgo y defendió la educación y emancipación de la mujer. En 1712, escribió un poema que tituló Der für die Sünden der Welt gemarterte und sterbende Jesus (Jesús padeciendo y muriendo por los pecados del mundo), que se conoce popularmente como la «Pasión de Brockes» y que es un oratorio en verso muy musicado en su época por bastantes compositores entre los que quiero destacar a Reinhard Keiser (1674-1739), Georg Philipp Telemann (1681-1767) y Georg Friedich Händel (1685-1759).

Reinhard KeiserReinhard Keiser desarrolló buena parte de su carrera musical en Hamburgo. Compositor muy prolífico de óperas Johann Mattheson lo describió como “el compositor de ópera más grande del mundo”, fue quizás el primero en poner música a la «Pasión de Brockes» en 1712. Y su composición sirvió de referencia a otros que vinieron detrás de él. Su pasión fue muy interpretada incluso hasta por Johann Sebastian Bach a cientos de kilómetros de distancia, en Leipzig por cierto, Bach jamás puso música al poema de Brockes porque no se lo permitió el consistorio de Leipzig que se ceñía más al literal bíblico. Si tuviera que recomendar una grabación de esta obra de Keiser, sin duda sería la «Pasión de Brockes” interpretada por el conjunto vocal Vox Luminis y la orquesta de música barroca Les Muffatti dirigidos por Peter Van Heyghen en el sello Outhere. La interpretación es, sencillamente, excepcional.

Georg Philipp TelemannCuatro años más tarde, en 1716, el más prolífico de todos los compositores en la historia de la música, Georg Philipp Telemann, fue quien puso música al poema de Brockes. Por aquel entonces, Telemann trabajaba de director musical de la ciudad de Frankfurt a unos 500 km de Hamburgo. Tendrían que pasar cinco años más, hasta que Telemann se estableciera definitivamente en Hamburgo, en 1721, hasta su muerte en 1767 —tan solo se ausentó de la ciudad ocho meses, entre 1737 y 1738, por un viaje a Paris—. Fue amigo de Reinhard Keiser. Por lo que respecta a la «Pasión de Brockes» de Telemann, la grabación de referencia para mí es sin duda la que el director René Jacobs hizo para el sello Harmonía Mundi con el Coro de cámara de la RIAS y la Academia de Música Antigua de Berlin.

Georg Friedrich HändelA la par que Telemann, pero bastante más lejos de Hamburgo, Georg Friedich Händel componía su versión de la «Pasión de Brockes» en Londres. Händel fue el más internacional de los tres compositores: nacido en Alemania y nacionalizado inglés, Händel viajó a Hamburgo en 1703 donde fue admitido como violinista y clavecinista del Oper am Gänsemarkt (la actual Ópera del Estado de Hamburgo). Fue allí donde conoció a Reinhard Keiser entre otros músicos. Luego viajó a Italia llegando incluso a italianizar su nombre: Giorgio Federico Hendel. Allí absorbió el estilo de la ópera italiana. En 1710, regresó a Alemania como maestro de capilla del príncipe elector de Hannover, quien en 1714 se convertiría en Jorge I de Inglaterra. Händel se estableció definitivamente en Inglaterra desde 1712. Curiosamente, si a un inglés le pidiéramos que nombrase un compositor británico de música clásica, no vacilaría en responder: ¡Händel! Y un alemán, igualmente, diría que no, que Händel fue un compositor alemán… El caso es que, volviendo al año 1716, Händel compuso su «Pasión de Brockes» en Londres, y luego envió la partitura a Hamburgo, a la casa de Barthold Heinrich Brockes, donde probablemente se interpretaría por primera vez. La obra de Händel es quizás más conocida que las de Keiser y Telemann. En este caso, la grabación que recomiendo es la grabada en el sello Carus por el Coro de Cámara de Colonia y el Collegium Cartusianum dirigidos por Peter Neumann.

En este caso, el orden cronológico de estas tres pasiones, se corresponde también con mi orden de preferencia: Keiser, Telemann y Händel. Los tres músicos, por distintas razones, están vinculados a la ciudad de la “hamburguesa que no existe”. Y aunque Johann Sebastian Bach no trabajase en Hamburgo ni pusiera música al poema de Barthold Heinrich Brockes, esta ciudad quedaría vinculada a él indirectamente por esos caprichos del destino: Telemann fue el padrino de Carl Philipp Emanuel Bach, hijo de Johann Sebastian Bach, y a la muerte de Telemann, su ahijado lo sustituyó en el cargo de director musical de las cinco iglesias más importantes de la ciudad del Elba. Quién sabe, quizás Bach también pensara: ¡A falta de “hamburguesas” buenas son “fricadeles”!

Michael Thallium

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Brockes“The fool lives poor to die rich.” – B.H. Brockes

When I first arrived in Hamburg –I think it was around 1991–, I had the feeling of belonging to that Hanseatic city. It was as if I had ever been there before. For me it was also the first time I went out of the country I was born, Spain. This, of course, if I don’t count my visits to the south of Portugal with my parents as a child —I don’t know why, but I think Spanish people, at least me, we consider that going to Portugal is not going abroad. Obviously, back then I didn’t know that the familiarity raised in me by the city of the Alster lakes would have any kind of link, if any, with my musical listenings later in my life. Strangely enough, over the years, those musical listenings have taken me back to the origins of my first adventure abroad. It is as if all those endless walks I took around the city —strolling around beautiful cemeteries, going through backstreets most German locals wouldn’t dare to pass through, gazing at the waters of the immense Elbe, walking in the churches to listen to organ music— would have been the prelude to all those “musical walks” I have taken over the years by listening to the music of different composers. Those recordings, for some reason, have been linked to the city where, paradoxically, there are no “hamburgers”. What we call ‘hamburger’, it is called Frikadelle by the Hamburgers (it was the German immigrants arriving in the United States at the end of the 19th century who introduced a dish that the Americans called ‘Hamburg steak’; then it became ‘hamburger’ or its short form ‘burger’). So, if you really want to try the authentic “hamburger” in Hamburg, you need to ask for a Frikadelle in one of the many street food stalls or restaurants.

It was precisely in Hamburg where Barthold Heinrich Brockes (1680-1747) was born five years before Johann Sebastian Bach was born in Eisenach. Brockes died in Hamburg three years before Bach would die in Leipzig. Brockes was a writer, a poet and a politician of the beginnings of the German Enlightenment. As a young man, he travelled extensively to Italy, France and the Netherlands. He was a member of the Hamburg senate and an imperial count palatine. Brockes fought for women’s emancipation through education. In 1712, he wrote a poem entitled Der für die Sünden der Welt gemarterte und sterbende Jesus (The Story of Jesus, Suffering and Dying for the Sins of the World), known as the Brockes Passion. It is an oratorio in verse, very popular in its time, which was set to music by many composers. Among those composers, I want to highlight three of them: Reinhard Keiser (1674-1739), Georg Philipp Telemann (1681-1767) and Georg Friedich Händel (1685-1759).

KeiserReinhard Keiser developed most of his career in Hamburg. A very prolifc opera composer —Johann Mattheson described him as “the greatest composer of opera in the world”—, Keiser may be the first one to set the Brockes Passion to music in 1712. His composition became a reference for many other composers who came along after him. His Passion was well performed by many, including Johann Sebastian Bach who lived hundreds of kilometres away in Leipzig. By the way, Bach never set the Brockes poem to music, because he was not allowed by the Leipzig Council —they wanted him to stick to the Biblical literalism. If I had to recommend a recording of this work by Keiser, no wonder that would be the Brockes Passion performed by the vocal ensemble Vox Luminis and the Belgian ensemble Les Muffatti conducted by Peter Van Heyghen on the music label Outhere. This performance is, simply put, exceptional.

TelemannFour years later, in 1716, the most prolific composer of all composers in history, Mr Georg Philipp Telemann, was the one to set the Brockes poem to music. Back then, Telemann was working as a music director of the city of Frankfurt, around 500 km away from Hamburg. Five more years had to go by until Telemann definitively settled down in Hamburg, in 1721. He remained there until he died in 1767 —he only left the city for eight months, between 1737 and 1738, when he went on a trip to Paris. Telemman was a friend of Reinhard Keiser. As for Telemann’s Brockes Passion, the recording of reference for me is, undoubtedly, René Jacobs on Harmonia Mundi with the RIAS Kammerchor Berlin and the Akademie für alte Musik Berlin.

At the same time as Telemann, but much farther away from Hamburg, Georg Friedich Händel was composing his version of the Brockes Passion in London. Händel was the most international of the three composers. Born in Germany and naturalized in HändelEngland, Händel travelled to Hamburg in 1703 where he was admitted to the Oper am Gänsemarkt (the present Hamburg State Opera) as a violinist and harpsichordist. It was there when he met Reinhard Keiser among other musicians. Then, Händel travelled to Italy and he even «italianized» his name: Giorgio Federico Hendel. There he took in the style of the Italian opera. In 1710, Händel returned to Germany as a director of music for the prince-elector of Hannover, who would later become George I of England in 1714. Händel settled down in England from 1712. The funny thing is that if you would ask a Briton to name a British classical music composer, they wouldn’t doubt to answer: Handel! Likewise, a German would say Händel is a German composer… Coming back to year 1716, the thing is that Händel composed his Brockes Passion in London. Then he sent the score to Hamburg, to the house of Barthold Heinrich Brockes, where most probably it was performed for the first time. Händel’s composition may be better known than Keiser’s and Telemann’s. For Händel’s Brockes Passion, the recording I recommend is the one on Carus performed by Kölner Kammerchor and the Collegium Cartusianum conducted by Peter Neumann.

The chronological order of these three pieces corresponds, in this case, to my order of preference as well: Keiser, Telemann and Händel. The three musicians, for different reasons, are linked to the city where there are no “hamburgers”. And although Johann Sebastian Bach didn’t work in Hamburg and neither set he the poem of Barthold Heinrich Brockes to music, this city will indirectly remain linked to Bach by winds of fate: Telemann was the godfather of Carl Philipp Emanuel Bach, the son of Johann Sebastian Bach, and when Telemann died in 1767, his godson replaced him as a music director of the five most important churches of the City of the Elbe. Who knows, maybe J. S. Bach also thought: Half a ‘hamburger’ is better than none!

Michael Thallium

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