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Paco o la indefensión aprendida

Paco o la indefensión aprendida

Paco está vivo. Llegué a darle por muerto. Hacía más de un año que no nos habíamos vuelto a cruzar. Desde que lo conocí —y de esto hace ya casi doce años—, Paco siempre había sido el «señor mayor» del gimnasio que no falta ni un solo día. Ayer volví a verlo. Por mi pereza a ir al gimnasio desde antes del confinamiento del 14 de marzo de 2020 en que cerraron el gimnasio y luego por una mezcla de pandemia y pereza en partes iguales —bueno no, iguales no, que en mí vence la pereza— por la pandemia, el caso es que no lo había vuelto a ver. Y es verdad que en más de una ocasión durante todos estos meses me he preguntado: ¿qué habrá sido de Paco? Me alegró volverlo a ver ayer. Estaba yo preparándome para ducharme en el vestuario y, de repente, oigo una voz que me saluda. Miro, y ahí estaba él vestido, con una gorra y una mascarilla: ¡Cuánto tiempo! ¿Cómo estás?. Más de un año. Paco tendrá ahora 85 u 86 años. Desde que lo conozco, no perdía ni un solo día de ir al gimnasio. Tiene uno de esos raros privilegios de algunas personas mayores: buena salud. La palabra anciano a él no le pega, porque no aparenta la edad que tiene. No hemos sido amigos, sino conocidos de gimnasio. La corta conversación que mantuve con él ayer en el vestuario del gimnasio resume estos doce últimos años y los más de los últimos doce meses en particular. ¿Qué haces por aquí?, le pregunto. He venido a dar una vuelta, que hacía mucho tiempo que no venía, responde. No te creas, yo también llevaba mucho tiempo sin venir; lo he retomado hace dos semanas, digo. Lástima, oye, con lo bien que te quedaste, que te quitaste la barriga y ahora otra vez… Paco es uno de los pocos testigos de que sí, de que en algún momento durante estos años desde que nos conocemos logré deshacerme del barrigón que ahora tengo. La comida y la desmotivación lo han hecho volver a aparecer. ¿Ya no vienes al gimnasio? No, desde que empezó esto de la pandemia, no he vuelto. Me han quitado el gimnasio y me han quitado la vida, dice Paco un poco tristón. Hasta que no se normalice la situación o se generalice la vacuna, no volveré. Tengo miedo…

Paco se aferra a la vida. Quiere vivir, pero vive con miedo a morirse. Supongo que habrá muchas más personas a quienes les ocurra lo mismo. La mayor parte del año 2020 y el comienzo del 2021 han sido los meses para la creación de dos grandes laboratorios mundiales: uno científico para conseguir una vacuna contra reloj y otro social para hacer que muchos millones de personas aprendan a estar indefensos a toda prisa. El primero de los laboratorios, el científico, es bastante cuantificable; el segundo, mucho menos cuantificable, es más interesante: haz sentir indefenso a alguien y lo controlarás casi todo. Quienes atinen a estudiar este fenómeno, descubrirán dentro de algunos años —no muchos— quién controló, quién fue «el salvador». Suele decirse que hay dos cosas que mueven el mundo: el amor y el miedo. Me alegró volver a ver al «señor mayor» del gimnasio. No sé cuándo ni si volveré a verlo. Paco ha dejado de hacer algo que hacía todos los días. Paco tiene miedo.

Michael Thallium

Global & Greatness Coach
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