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¡Qué bárbaro!

¡Qué bárbaro!

(escrito en junio de 2005)

El vocablo foráneo parece estar en desuso. Ahora hay una palabra que está de moda: extranjero. De ella probablemente derivan los sustantivos extranjerismo, extranjería y extranjerización, el adjetivo extranjerizante y el verbo extranjerizar[1]. Incluso hay otra palabrilla que se unió hace más de un siglo a la preposición de para formar una locución que hoy significa “ocultamente o a escondidas”: de extranjis[2]. Y es precisamente así, de extranjis, como se nos cuelan muchos términos del inglés a los que se conoce como anglicismos[3]. ¿Se deberá el predominio de “extranjero” sobre “foráneo” al inglés, pues stranger extranjero es? Lo ignoro y tampoco es que sea relevante.

También recupero de mi memoria olvidadiza el adjetivo forastero¸ aunque solo sea por añoranza infantil. Así era como nos llamaban en el pueblo de mi padre —un pueblito de la provincia de Zamora— a quienes llegábamos de la ciudad para pasar las vacaciones. “¡Mira los forasteros!”, decían. Nosotros forasteros, ellos pueblerinos, paletos, catetos. Así es la tiranía de los que viven en la ciudad, quienes al forastero llaman “paleto”. Ahora, a las grandes ciudades vienen menos paletos y muchos más extranjeros. Ahora no se dice forastero, sino extranjero; y a los extranjeros pobres, se les llama inmigrantes. Y esos inmigrantes son el resultado de la mundialización que experimentan los pueblos del globo terráqueo, al que los estadounidenses globalizan y al que algunos hispanos quieren mundializar. Quizás, la Tierra algún día no sea más que un planeta poblado de pueblerinos mundializados.

Sea como fuere, en este proceso de mundialización, los medios de comunicación son indispensables. En la Red están atrapados millones de datos: información de todo tipo a la que tenemos acceso de modo inmediato. Los conceptos de lentitud y rapidez han cambiado notablemente: nos quejamos de los segundos que se demora la obtención de información en la pantalla del ordenador, mientras que no hace mucho la obtención de dicha información hubiera tardado semanas o meses. ¡Ay, ese invento tan embrujador que es nuestra Enredadísima!

Hay palabras foráneas que no se cuelan de extranjis, sino que las hemos pedido prestadas al generoso Banco del Inglés. Muchas de ellas, a pesar de ser préstamos jamás las devolvemos al idioma de que vinieron[4]. A veces, se distingue entre “préstamo” y “extranjerismo”. El extranjerismo es la palabra aceptada tal como es en la lengua de donde procede, sin adaptación de ninguna clase. Según esta idea, el préstamo es un extranjerismo naturalizado, algo así como el hijo del inmigrante, que nace en un país distinto al de su progenitor y, por consiguiente, se adapta a su nuevo entorno. Otras veces, como somos perezosos, “calcamos” las palabras del inglés y decimos balompié —nombre que supervive casi de modo exclusivo en el nombre del Real Betis Balompié— en lugar de football (inmigrante). Sin embargo, el que sale triunfador del proceso de adaptación es, en realidad, el hijo del inmigrante: el fútbol.

Dado que la Enredadísima fue un invento de los EE. UU., no es de extrañar que casi todo lo que en ella se enreda tenga cierto corte inglés-estadounidense. La prensa digital está plagada de ejemplos de este proceso inmigratorio verbal, de esa mundialización —perdón, globalización[5]—, de ese tráfico internacional de palabras.

Fernando Lázaro Carreter, dedicó muchos de sus “dardos en la palabra” al abuso de palabras foráneas, anglicismos, en la prensa escrita y en la televisión. La mayoría de sus críticas se centraban, debido a la época que le tocó vivir —menos digital y más analógica—, en la prensa escrita. No abordó tan profusamente la prensa digital. No obstante, en cuanto a las palabras se refiere, no hay mucha diferencia entre prensa escrita en papel y prensa digital. Las noticias provienen de las mismas agencias, con independencia del medio en que se publiquen.

Ahora ya no se escriben cartas a los periódicos sino que se contacta con ellos. Contáctenos (del ingles, contact us), es su imperativo para atraer clientela. Curiosamente, algunos periódicos de America Latina, muy acertadamente a mi parecer, emplean la forma Escríbanos, pues es eso en realidad lo que se hace desde el terminal de nuestros puestos de trabajo. La prensa en español, tanto de América como de España, está sin duda influida por el inglés[6]. No hay más que entrar en alguno de los diarios que aparecen en la Red para comprobarlo. Hagamos ese experimento.

Estoy sentado delante del ordenador. Con el ratón (del inglés mouse) me voy a Favoritos (del inglés favorite), donde tengo guardadas mis direcciones preferidas[7]. Me introduzco en la carpeta “Prensa”, y selecciono, por ejemplo, el diario digital Abc. En apenas unos segundos aparece la página de Abc. Siempre aparece ese Cont@cte en el que hay que entrar si uno quiere comunicarse con el periódico. Me pregunto por qué no se dirá Escrib@, pues eso es realmente lo que se hace, utilizar una dirección de correo electrónico para escribir lo que hasta hace poco se hacía por carta. Continúo mi viaje virtual por el periódico y selecciono la opción Tecnología. De inmediato, me transporto a otra página del periódico en la que aparece el siguiente mensaje publicitario: “¿Buscas casa? A un click de tu casa. www.tucasa.com”. Se trata de un banner¸ un bando publicitario que intenta seducir a quienes busquen casa. Leo alguna noticia tecnológica: “Nuevo gusano-troyano que amenaza las cuentas bancarias”. Ese gusano troyano, no tiene nada que ver con Grecia ni con los insectos. Ese bichejo que invade las cuentas bancarias es en inglés un worm un trojan, un virus, vamos. Otro titular: “Espionaje industrial en Israel a través de troyanos”. Me imagino que si mi abuelo, muerto hace más de veinte años, levantara la cabeza, no entendería nada de las noticias. Quién entendería que “un sofisticado virus en Internet, un híbrido entre gusano y troyano, ha sido detectado[8] en España con capacidad para poner en peligro la privacidad de los usuarios de la Red y amenazar sus cuentas bancarias, según ha informado Panda Software.” El virus puede ser utilizado para robar información confidencial de cualquier tipo, como pueden ser los datos de cuentas bancarias, datos Prosigo con la lectura de algunos titulares: “Steven Clift, gurú de la eDemocracia, presentará en San Sebastián las últimas experiencias en este campo”; “Un tercio de los internautas utiliza chats de forma habitual”.

Cambio de periódico. En cuestión de segundos tengo ante mis ojos la portada de El País digital. Aparece un artículo titulado “Atrapados en la tecnología”. Me río: ¿nosotros, atrapados? Como para leer la mayoría de artículos publicados en El País digital hay que pagar una suscripción, regreso a Favoritos y “pincho en” La Razón: “Hoy en l@ Red… Detectan un nuevo gusano”. Paso a la sección Internacional. Allí el “primer ministro[9]” inglés Blair declara: “Debemos decidir cómo nos enfrentamos a la globalización y al cambio tecnológico y cómo nos aseguramos de que la economía europea es fuerte y próspera ante estos retos.” Entonces me asalta una duda: ¿hubiera sido capaz Tony Blair, si hablara español, de decir eso mismo y utilizar las mismas palabras? A lo mejor hubiera dicho esto otro: “Debemos decidir el modo de afrontar la mundialización y el cambio tecnológico así como asegurarnos de que la economía europea sea fuerte y próspera ante estos retos”. Parece que cuando se traducen las declaraciones de personajes de habla inglesa, el subjuntivo desaparece en la versión española.

En El mundo digital, Timothy Blading, director general de la Asociación Mundial de Periódicos[10], dice que “han sido 12 meses positivos para la industria periodística global”. Habría que saber si se refiere a la prensa mundial o a la industria periodística global, a su conjunto, en los EE. UU. Obviamente, perdónenme la malicia, se refiere a los periódicos del mundo, del planeta Tierra, o de lo que los estadounidenses consideren prensa mundial.

 


[1] Diccionario abreviado del español actual.

[2] De extranjis aparece en el diccionario de la RAE de 1884 equiparándola a la locución de extranjía, es decir, del extranjero, de fuera.

[3] A veces me pregunto por qué las palabras son tan caprichosas. ¿Por qué se dice anglicismo y no inglesismo? Que le pregunten al genio de la lengua de Alex Grijelmo.

[4] Américo Castro propuso para sustituir el término “préstamo” el de “adopción lingüística”, basándose en que lo prestado es algo que se piensa devolver, mientras que una lengua, cuando toma un elemento de otra, se lo apropia y no lo devuelve. Valentín García Yebra lo recoge así en Teoría y práctica de la traducción.

[5] En inglés estadounidense, globalization.

[6] Existe un interesante trabajo de Francisco y Victoria Gimeno Menéndez sobre el desplazamiento del español por el inglés en la prensa escrita, y que se puede encontrar en la Red: http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01350586444460492088802/009710.pdf?incr=1

[7] No tengo ninguna duda de que Favoritos son Preferidos.

[8] ¿Será que en inglés ese tipo de virus have been detected? ¡Ay, la pasiva!

[9] En inglés, Prime Minister.

[10] WAN, World Association of Newspapers.

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